Los antisépticos son productos químicos utilizados para eliminar o reducir los microorganismos en la piel y las mucosas. Estos agentes desinfectantes son esenciales en la prevención de infecciones y se aplican comúnmente en heridas, cortes, raspaduras y áreas expuestas del cuerpo. Los antisépticos actúan de manera local y se diferencian de los antibióticos, que se utilizan para tratar infecciones internas. Su acción bactericida o bacteriostática ayuda a eliminar o detener el crecimiento de bacterias, virus y hongos, proporcionando un ambiente más seguro para la cicatrización y previniendo la propagación de infecciones.
Algunos de los antisépticos más comunes incluyen el alcohol isopropílico, el peróxido de hidrógeno (agua oxigenada), el yodo, el clorhexidina y el alcohol etílico. Cada uno de estos antisépticos tiene sus propias características y usos específicos. Por ejemplo, el alcohol isopropílico se utiliza generalmente para limpiar la piel antes de la aplicación de inyecciones o la toma de muestras de sangre. El peróxido de hidrógeno es conocido por su eficacia en la limpieza de heridas superficiales. El yodo se emplea como desinfectante de amplio espectro en procedimientos quirúrgicos y la clorhexidina se encuentra comúnmente en productos para la higiene bucal y soluciones para lavado de manos. Los antisépticos desempeñan un papel fundamental en la promoción de la salud y la prevención de complicaciones infecciosas, por lo que su uso adecuado y responsable es esencial en cualquier entorno médico o doméstico.